El Fiat SB4 “Mefistofele” era tan brutal que solo podía conducirlo su creador y su nombre representaba a un demonio de la motología alemana.
El creador de semejante “bestia” fue Ernest Eldridge que, además de ingeniero y mecánico de este engendro, también fue el que se puso al volante para conseguir el récord de velocidad, seguramente porque era el único capaz de entender y gobernar un automóvil tan inusual.
Originalmente el coche era un Fiat SB4 de 1908 en el que Eldrige quería montar un motor de avión de seis cilindros y nada menos que 21,7 litros de cilindrada. El propulsor era tan largo que resultaba imposible “meterlo” bajo el capó del SB4 por lo que Eldrige decidió alargar el chasis con elementos de un autobús londinense siniestrado. Aunque sobre el papel suena aberrante el resultado estético no lo es y consiguió que ese propulsor entrara en el coche.
El motor también se modificó en profundidad y pasó a tener cuatro válvulas por cilindro y 24 bujías suministradas por Magneti Marelli, con una potencia total de 350 CV a solo 1.800 revoluciones.
Un apodo demoniaco
El 12 de julio de 1924 el Fiat creado por Eldrige se hizo con el récord de velocidad en el kilómetro lanzado durante la prueba que se celebró en el circuito francés de Arpajon. El monstruoso Fiat consiguió alcanzar los 234,98 km/h a pesar de lo difícil que era conducirlo incluso a baja velocidad. El ruido que producía el motor era tan ensordecedor que la gente lo bautizó como Mefistófeles, el nombre de un demonio del folclore alemán y así se le ha seguido llamando desde entonces, un siglo después.
Desde aquel récord el coche estuvo en Inglaterra en manos de un coleccionista pero en 1962 Fiat lo adquirió, en un estado bastante aceptable y todavía funcionando. Unos años más tarde, en 1970 se expuso en el Salón del Automóvil de Turín y desde entonces se conserva en el Centro Storico de Fiat.
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