Es el caso del maletín de herramientas lleno de llaves inglesas, abrazaderas y bujías que Herbert Linge preparó cuidadosamente y llevaba consigo por todo el mundo.
Mille Miglia, año 1954: allí ocurrió algo que fue noticia en todo el mundo. En aquella edición de la conocida carrera de resistencia italiana, Hans Herrmann y su copiloto Herbert Linge se impusieron en la categoría de vehículos de hasta 1.500 cc y terminaron sextos en la clasificación general. Y lo hicieron tras avanzar por un paso ferroviario a nivel con la barrera bajada. Una gran hazaña que, sin duda, no habría sido posible sin el maletín de cuero de Linge, dado que su Porsche 550 Spyder necesitó cierta reparación durante esa jornada. “En su interior llevaba todo lo importante”, afirma el antiguo piloto de Porsche, ahora jubilado.
En el Passo della Futa, el coche no iba del todo bien por un problema en el distribuidor. Fue entonces cuando el copiloto echó mano de sus herramientas y, junto con su compañero de equipo, siguió la marcha hasta cruzar victoriosos la bandera a cuadros.
Herbert Linge está hecho de una pasta especial. En junio de este año ha cumplido 95 años. Cuando comenzó sus estudios de mecánica en Porsche KG en Zuffenhausen, en 1943, tenía catorce. En la década de 1950 recorrió todo el mundo con su equipaje de cuero. Si hacía falta un copiloto para correr la Carrera Panamericana en México, allí estaba Linge para cubrir el puesto; si había problemas mecánicos en algún lugar de Estados Unidos, acudía Linge para resolverlos. En efecto, era capaz de reparar, coordinar y conducir. Lo que hacía falta.
Y siempre llevaba con él su maletín. Eran inseparables, hasta el punto de que a veces recibía comentarios irónicos por ello. Aún hoy, Linge responde encogiéndose de hombros: “Siempre estaba en él lo que necesitaba”. Las llaves, marcadas con su nombre, son testigos de mil batallas; los mangos de madera de los destornilladores están desgastados; la llave para pretensar los amortiguadores está rayada y el paño de taller con la inscripción Porsche todavía huele a aceite. Linge le encargó a un guarnicionero que cosiera bolsillos interiores especiales para las herramientas. El máximo orden para alcanzar el máximo éxito.
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